Me encantó el comentario que le escuché el otro día a Eva Hache: hay dictadores buenos y dictadores malos. O lo que es lo mismo, los que apoyan a Estados Unidos y los que luchan contra el poder 'yanki'. La visita a Pakistan del presidente norteamericano, George W. Bush, y la foto con su amigo Pervez Musharraf sirven para ilustrar acuerdos energéticos buenos para rebajar el precio de los suministros eléctricos en occidente. El tercer mundo siempre es útil para que no perdamos nuestro 'status' y podamos seguir haciendo la barbacoa de los domingos.
Algunos medios oficiales recordaban que Musharraf llegó al poder tras un golpe de estado, pero enseguida matizan que ese golpe fue incruento, es decir, sin derramamiento de sangre. Vamos a ver, un golpe de estado no es incruento porque es un cambio de régimen político a la fuerza y porque siempre detrás del triunfo de un dictador viene una lista interminable de presos políticos. La cuestión es que Musharraf, como Bush, es un dictador bueno...
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