Son las 14.34 horas y me acabo de levantar. Yolanda todavía está en la cama. Le prepararé algo para cuando se empiece a desperezar. Es 1 de enero, Día de Año Nuevo, y dejo caer aquí mis primeras impresiones de 2006. Acabo de repasar las portadas de la prensa y de frustrar mi deseo de comprar un periódico sin caer en que hoy no hay diarios. Veo que Di Stefano está cada día mejor, que están vendiendo ahora la imagen de Ramón Martínez en el Real Madrid a base de entrevistas tipo Lewinski y que los blogs continuan razonablemente vivos.
Aunque realmente lo primero que he visto en este año, al margen de mi familia y mis amigos, ha sido un Madrid sucísimo. Calles llenas de papeles, botellas vacías, tres motos tiradas al suelo, los vidrios rotos de una cabina telefónica cercana a mi casa, gente bien vestida pero con cara de haberse corrido una gran juerga y una chica descalza porque no aguanta más los tacones. Mientras regresamos a casa a las 9 de la mañana escucho en la radio del coche a Àngels Barceló que, como una campeona, está currando en día de como hoy. Puntos extra para Àngels. Entre las tertulianas hablan precisamente de los excesos que se cometen año tras año.
La noticia mientras escribo estas líneas es que tres inmigrantes —uno argelino, otro marroquí y el tercero rumano— han muerto de forma violenta en este primer día del año en tres incidentes distintos en Bilbao, Madrid y Córdoba. Dos de los jóvenes han sido apuñalados y otro, asesinado de un disparo durante una fiesta de Nochevieja. ¿Es que la gente no sabe divertirse? Yo escucho estas cosas con estupefacción sabedor de que esta noche tan sólo he demostrado lo bueno que soy en el Trivial...
NOTA A LAS 15:09: Estoy viendo el Telediario saboreando un té. La guapísima y grande Helena Resano ha saludado con "buenas noches" y en los titulares han leído textos cambiados respecto a los vídeos que aparecían en pantalla. Ya se sabe. La noche es joven...
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