Cualquiera de los mensajes que hemos escuchado en fin de año han girado en torno a consignas optimistas. Los presidentes autonómicos, los líderes mundiales, el rey Juan Carlos... daba igual. La economía va bien, estamos llegando a un gran nivel de bienestar, etc. etc. Son los llamados “datos macroeconómicos” que quedan muy bien en un titular de prensa, ¿pero qué pasa con “mi economía”? Cada uno en su casa tiene un pequeño drama que hace que esos mensajes optimistas suenen a chino.
Con el nuevo año sube la luz (4,5%), la bombona de butano (10%), el gas natural (4,2%), los autobuses interurbanos (3,3%), los peajes en las autopistas (3,5%)... Es verdad, el salario mínimo sube también (4,5%), pero cada año que pasa son más las familias españolas que apenas llegan a final de mes, y también cada año es mayor el porcentaje de nuestros ingresos que destinamos a pagar la hipoteca, el alquiler o similar. La tendencia, de forma muy paulatina, es tener cada vez más el agua al cuello y una mayor diferencia de ingresos entre clases sociales. Por lo tanto, la economía no va tan bien...
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