He tenido buena compañía para ver el partido Chelsea-Barcelona, la de un compañero seguidor del Real Madrid. Sí, sí. Me ha dado buenas vibraciones y sobre todo unas predicciones que me hacen creer en lo paranormal. "Tranquilo, que pasareis". ¡Y es muy madridista! 1-0, descanso, los minutos corren. Llegamos al 90. "Mira, ahora el Barcelona va a iniciar una jugada que va a acabar en gol". Dicho y hecho. No tuve más remedio que celebrar el milagro de Iniesta, el pase del Barça a la final de la Champions abrazando a un madridista.Se está hablando mucho de justicia y de fútbol. Algo así como que la vida es justa y que por eso el Barça jugará en Roma el día 27. Uno del Chelsea no pensaría eso. Además, la historia del fútbol también está jalonada de grandes derrotas, como el 'maracanazo', por ejemplo. Y también de derrotas que no se digieren. La actitud de Ballack que casi agrede al arbitro ante la desesperación de un penalti que pudo haber o no haber pitado. O Drogba encarándose con un cámara de televisión...
El partido de ayer fue un peñazo, de eso no hay duda. Pero nos enseñó que hasta el equipo más preciosista también sabe meterse en el barro. Y que existen los milagros. Y profecías que se hacen realidad.
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