Tenía 18 años y la ingenuidad de un chaval que comenzaba en la radio. Y entré a aquel precioso lugar de formas y acústicas a ver a uno de mis grupos favoritos, los medio 'new age' medio celtas Nightnoise. Y no se me olvidará en la vida aquel concierto. Empecé a hacer un programa dedicado a las mal o bien llamadas nuevas músicas y siempre tocaba concierto allí. Llegaba trajeado y con corbata cuando eran prendas que casi no utilizaba. Pero entendía que el esplendor del lugar y la categoría de los conciertos me obligaba a un protocolo que yo me auto imponía. No había ningún señor que en la puerta me exigiera la corbata. No había palco real. De hecho, no habia palco. Quizá a los lados, como se ve en la foto, unos pequeños apartes para quienes habían pagado algo más. Me entusiasmaba en cada concierto y pasaba a camerinos como si fuera mi casa para entrevistar a los artistas con mi modesta grabadora, cuando no había ni mini-disc, ni Internet, ni nada. El Palau de la Música ha sido mi sitio, lo que he enseñado siempre a los amigos que venían a Barcelona con la honra de un hijo orgulloso de sus padres. Y llegó el jazz moderno de Lito Vitale, y Wim Mertens, y Noa, y Pedro Guerra, y cantautores, y electrónica, y clásica, porque era un recinto abierto, donde la música era música, sin clasificarla en compartimentos estancos. Por eso me dio mucha tristeza enterarme de los supuestos desfalcos de su máximo dirigente, Félix Millet, de la super casa que tenía gracias al Palau, de cómo infló el coste de la reparación del órgano en 150.000 euros, de cómo se compraban de todo con los fondos de la Fundació del Palau mientras que los sueldos eran más bien justitos por no decir bajos para un corista del Orfeó Català, la auténtica razón de ser de un lugar que creció gracias a aportaciones populares (por eso no hay palco real). Y hoy la música catalana, lógicamente, reclama el protagonismo que le corresponde en el Palau (ver noticia). Han hecho un manifiesto que yo ya he firmado. Que me llamen oportunista o catalanista, pero no he podido dejar de firmar viendo que me estaban robando los recuerdos... Demasiados recuerdos de mi vida tirados a la basura.
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