Los ingleses que empezaron a invadir las costas españolas en los años 60 se engancharon a una campaña publicitaria cuyo lema era 'Spain is different'. Al final esa frase ha pasado a la posteridad como una amarga ironía de lo diferentes que somos en servicios públicos, usos y costumbres, y tantas y tantas cosas. Por entonces, los ingleses se acordaban de la frasecita de marras cada vez que veían una cucaracha en el hotel o simplemente cuando no tenían donde poner la toalla para tumbarse sobre la arena y pillar ese color 'gamba' tan característico.
'Spain is different'. En semana santa, también. No hay ningún país de Europa donde la presencia de la religión en las calles sea tan evidente en estas fechas. Las procesiones, algo que nosotros tenemos más que asumido y que se considera de lo más normal, sería un fenómeno inconcebible en cualquier otro país de nuestro entorno. La laicidad queda muy lejos vemos los pasos, las saetas, la cera que nos hace resbalar a más de uno, el olor a incienso...
La laicidad no sólo sería que España denunciara el anacrónico concordato con la Santa Sede. La laicidad es una separación absoluta entre estado y religión, que la iglesia deba autofinanciarse totalmente, que no se crea con el derecho de gobernar espiritualmente un país, que en el calendario figure como festivo el día de la Constitución y no el de la Inmaculada, que una cofradía o hermandad pueda salir a la calle sin que sea un acontecimiento amparado por las administraciones públicas... Y aquí en España, y especialmente donde vivo, con la semana santa hemos topado. No hay nada que hacer. Porque hay demasiada emoción, demasiada pasión, demasiado desgarro.
1 comentario:
El otro día vi en las noticias que en un ayuntamiento facilitaban los trámites para darse de baja en la iglesia católica. Debería poder extenderse en todos esa posibilidad, no me fío hacerlo en la iglesia donde me bautizaron, sucede lo mismo que cuando pides una hoja de reclamación en un comercio, que te sacan la "no-oficial" y no sirve de nada.
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