En la fotografía, por ejemplo, disfruto del diálogo con una pareja de ancianos que tienen una hija de 44 años con una grave parálisis. Tienen que estar por ella 24 horas y ya no se trata de un caso de dependencia cubierto por la famosa ley del Gobierno estatal, sino de una bellísima historia de unos padres que tuvieron que aguantar al señorito y la incompetencia de ciertos médicos.
Un ejemplo: el padre decidió que sus seis hijos debían estudiar y el señorito les dio a elegir entre cortijo o escuela. Si iban a la escuela, debían dejar ese cortijo. Fueron valientes y se fueron al pueblo a construir una nueva vida. Ahora no se arrepienten.
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