De la familia Gabilondo van a hablar de todo a partir de hoy. Y del nuevo ministro de Educación soltarán barbaridades aquellos que entienden que educar es imponer, aquellos que sienten envidia. Dos pequeñas muestras de urgencia vienen del Grupo Intereconomía y de Libertad Digital, el panfleto de Jiménez Losantos.
Ya he visto en otros casos como un apellido, lejos de ser un privilegio, es una carga por la que estás dando constantemente explicaciones a un grupo de frustrados. España es así: el país de la envidia, el país donde el aparentar y la palmadita en la espalda se valora más que el trabajo. Sí, señor. Estamos ante la importancia de llamarse Gabilondo.
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