En una sociedad cada vez más uniformizada, buscamos el ser catalán o el ser francés o el ser uno mismo como si fuera una necesidad vital... En Francia, en los colegios, los niños cantan la 'marsellesa' en formación, mientras algún inmigrante se niega a hablar francés. Aquí en España todavía nos da vergüenza hacer homenajes a la bandera y esas cosas: algunos lo siguen viendo "facha". Yo creo que los obreros no tenemos patria o quizá esa patria sea una república, pero las banderas siguen ahí.
Pero hay más asuntos relacionados con la búsqueda de la identidad. La Corte europea de Derechos Humanos de Estrasburgo ha publicado una sentencia histórica en la primera vez que el tribunal se pronuncia sobre la presencia de símbolos religiosos en los colegios. El texto (haz click aquí si lo quieres leer entero) dice que la presencia de crucifijos en las aulas constituye "una violación del derecho de los padres a educar a sus hijos según sus convicciones" y "una violación de la libertad religiosa de los alumnos" y condena al Estado italiano a indemnizar a la ciudadana denunciante con 5.000 euros por "daños morales".
La noticia viene publicada en 'El País' del día 3 de noviembre y cuenta la historia de Soile Lautsi, una madre de Abano Terme, en el norte de Italia, cerca de Venecia. En el curso 2001-2002 sus niños, Dataico Albertin, de 11 años, y Sami Albertin, de 13, fueron al 'Istituto comprensivo statale Vittorino da Feltre' en Abano Terme a tener sus clases normalmente. Todas las clases tenían un crucifijo en las paredes... y estamos hablando de un instituto público.
La madre apeló a la educación "secular" que quería dar a sus hijos y después de obtener varias negativas, Lautsi y una asociación italiana de ateos iniciaron una batalla legal que ha acabado en Estrasburgo. Con la sentencia de la Corte europea de Derechos Humanos, se da un paso enorme hacia la laicidad, hacia la libertad de elección de los padres, hacia la igualdad en la enseñanza pública (si quieres una enseñanza religiosa págala), y sobre todo en la búsqueda de la propia identidad humana.
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