Pues bien, lo último de este asunto ha sido la exclusión para el ejército de Aitor, un transexual de 28 años que nació niña y que ahora es un hombre. Le hicieron pruebas médicas en Córdoba y allí ya le dejaron entrever que sin pene "lo tenía difícil". En San Fernando, en Cádiz, directamente le preguntaron que "por dónde meaba". En ese sitio, el trato fue vejatorio ya que las pruebas médicas consistieron directamente en una bajada de pantalones.
El asunto lo sacó ayer Olga Rodríguez Sanmartín en las páginas de 'El Mundo' y hoy he hablado con él en su casa. La verdad es que si te lo encuentras por la calle jamás dirías que alguna vez fue una chica. Aitor ha recibido alguna que otra humillación en su pueblo. De hecho, ha tenido que escuchar preguntas impertinentes del tipo "¿tú eres un hombre o una mujer?". Ni que decir tiene que está deseando irse.
He oído comentarios en mi trabajo donde la gente le llama directamente "tonto" por querer entrar en el ejército. Como si no fuera respetable el ejército como opción profesional. Nuevamente la gente sabe cómo debe ser la vida de los demás y en qué debería consistir. La gente sabe mucho. Lo que es la opción personal de cada uno obligatoriamente debe ser la opción de todo el mundo. Claro que sí.
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