miércoles, abril 09, 2014

LA IGLESIA EN LANZAROTE, RESPONSABLE DEL DESAHUCIO DE UNA PAREJA DE 90 Y 87 AÑOS

“Cuando vengan a tumbar la casa que me lleven a mí también”. Así de claro se expresa Pilar Callero, de 87 años, junto con su marido Sinforiano Llemes, de 90. Y es que la diócesis de Lanzarote ha vendido la casa donde ha habitado este matrimonio y nueve hijos durante más de medio siglo. El responsable de la venta de esta vivienda social es Miguel Hernández, en calidad de párroco de San Ginés, en Arrecife. La empresa ya propietaria de los terrenos es Juan Antonio Rivera-Iveco.

Sinforiano y Pilar se verán en la calle el 23 de mayo por la especulación urbanística de la diócesis de Canarias y por la incompetencia de los abogados de oficio que no informaron de las sentencias correspondientes a este matrimonio ya mayor que bien podría haber recurrido de tener unos letrados más competentes. Ahora quien va a accionar todos los mecanismos correspondientes será la Plataforma de Afectados por las Hipotecas (PAH) de Lanzarote, que se comunicarán con el papa Francisco para que haga algo. Mientras tanto, la Plataforma ha anunciado que intentará parar el desahucio en la puerta. De momento, todos los viernes se concentran frente a la empresa propietaria de los terrenos.

Según la portavoz de los que se están movilizando, Cristina Cividades, “Queremos que les concedan el uso vitalicio de la vivienda pero nadie hace nada”. “Es imperdonable y criminal que quieran echar a unos ancianos de su casa”. Según ella, ni el Ayuntamiento de Arrecife, gobernado por Coalición Canaria, ni la Iglesia están buscando alternativas. Todo viene por seis viviendas sociales construidas en 1959 por la caridad católica. Dos han sido pasto de la burbuja inmobiliaria y quedan cuatro en pie. A un vecino de 56 años, Luis Manuel Torres, en paro y con graves problemas de salud, se le echa ya. Las otras dos familias han ganado el juicio y se quedan con sus casas. Pero no pasará lo mismo con Sinforiano y Pilar. Esta contradicción en las sentencias hace todavía más incomprensible la situación. “Cobro una pensión de 800 euros, ¿con qué me compro una casa?”. Pues pase usted el cepillo, don Sinforiano, que igual le dejan.

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