Ése es el número de Raúl. Claro que él hubiera preferido llevar el 10. Su adoración por Maradona era casi absoluta y se quedaba asombrado cada vez que veía a Diego con la camiseta del Barça haciendo diabluras... cuando las pudo hacer, claro. Pero le dieron el 7. Se decepcionó, pero le dijeron que ese había sido el número de Butragueño... como si 'el buitre' fuera lo mismo que 'el pelusa'.
Raúl volvió a ser el protagonista en Real Madrid-Racing de ayer. Estamos conociendo el renacer de un 'crack' al cual muchos querían ver fuera del Real Madrid, pero que cuenta con un grupito de periodistas amigos de gran influencia, capaces de bombardear opiniones desde ciertos púlpitos y de ponerle por las nubes aunque "no haga nada", como diría irónicamente mi amigo Manolo Lama. Claro que el Raúl de ayer no es el de la noche madrileña, el de las revistas del corazón, el que ha comprado tarjetas fotográficas a precios desorbitados para que no le descubran...
Raúl es un hombre que se aisla conscientemente, como cualquier otro futbolista. Muy lejos quedan sus tiempos en las divisiones inferiores del Atlético, de aquel genial artículo de José Miguelez que se llamaba 'Qué fue de Oliver y Benji', de aquellas patadas al balón en la Ciudad de los Ángeles, donde apenas había dinero para nada, de pasearse por todos los medios de comunicación y tratar bien a todo el mundo. Ahora Raúl es un futbolista y un famoso, casi por igual. Su pasado es brillante dentro de la cancha y turbio fuera de ella. Es el que "nunca hace nada".
1 comentario:
Felicidades, Javier. Qué pases un buen día.
Un abrazo,
David Plaza
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