El Madrid ha necesitado un revulsivo para ganar al Nàstic. Y además ha sido el que no contaba para nadie, el que había elevado el 'pitómetro' a niveles estratosféricos, el que dicen que olía a alcohol en los entrenamientos, el supuesto cliente fijo de algunos templos de la noche madrileña, el que no había satisfecho las expectativas de 'jogo bonito'... Robinho. Nadie pensaba que el brasileño fuera precisamente el hombre que salvara los muebles.Robinho ha sido el revulsivo... contra el Nàstic. Un equipo que está más en Segunda que en Primera y cuyas posibilidades de mantenerse en la categoría de oro son mínimas es capaz de plantar cara a un aspirante al título de Liga y encima con un jugador menos. Desde aquí ahora se vende como todo un éxito la primera victoria lograda en casa y en liga después de dos meses y contra un equipo que está a ocho puntos de la permanencia. "Juntos podemos" y "conjura" son frases que se han empleado durante la semana para jugar contra los de la Imperial Tárraco. Así que no sé cuál será el lema elegido para enfrentarse al Athletic, al Valencia o al Sevilla.
Al margen de campañas más o menos trasnochadas, el madridismo sigue conociendo el lado oscuro de la fuerza. Capello pierde autoridad y la traslada a los capitanes para que sean ellos los que busquen la autogestión de la nave. Incluso llega a decir que con él el equipo siempre ha jugado con la misma filosofía. Mientras, en los despachos del Bernabéu trabajan con discreción de cara a la temporada que viene porque de ésta poco se espera. Y la pregunta es de dónde van a sacar el dinero para hacer una nueva inversión, qué va a pasar con Capello y con el equipo técnico... y con el club.
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