jueves, noviembre 20, 2014

A LA PAZ DE DIOS, EL DINERO, LOS JUECES, EL MACHISMO Y LOS ABUSOS A MENORES

El siguiente tema casa perfectamente con la frase "vete al infierno", que es lo peor que le puedes decir a un cura en inglés. El arzobispo de Granada, Javier Martínez, ha pasado toda su carrera episcopal envuelto en algún tipo de escándalo mediático. Llegó a Granada en 2003 procedente de Córdoba, de donde lo sacaron sus disputas con el presidente de Cajasur. En 2007 fue el primer obispo en España en sentarse en el banquillo de los acusados, por coacciones, aunque fue absuelto. Era legionario de Cristo, de los del mexicano Marcial Maciel, y su penúltima polémica vino a raíz de la publicación del ensayo 'Cásate y sé sumisa' y la segunda parte fue 'Cásate y da la vida por ella'. Javier Martínez fue el obispo más joven de España con tan sólo 37 años y supo pegar patadas hacia arriba a trepas para él.

Su inteligencia política, igual que la de cualquier persona perteneciente a la Iglesia Católica, posiblemente le hayan quemado. Jugándose una posible destitución a manos del Papa Francisco, el prelado es sospechoso de haber intentado tapar una trama de abusos sexuales en su propia diócesis, pero aunque esta sea la polémica más grave en la que se ha visto envuelto, no es, ni mucho menos, la primera. Ni siquiera la primera con consecuencias en los tribunales o en la que el Vaticano le ha dado la espalda.

Pero hay más. Estamos ante un miserable que ha defendido el uso del cilicio para las mujeres. "Para mortificar la carne” por un módico precio y tras dar la contraseña en un convento de monjas de clausura del centro de la capital granadina. Monseñor Martínez, según el diario 20 minutos, envió una larga carta de la que se extractaban citas como “es doctrina común en la Iglesia católica que la abnegación del yo, mandato del Señor, requiere la mortificación corporal” y se criticaba el ejercicio físico o el uso de piercings, por contraste al cilicio, como formas egocéntricas de mortificación frente a la cristiana, que propone “negar el yo”.

Más amenazas. En 2007, Javier Martínez se convirtió en el primer obispo que se sentaba en un banquillo de los acusados en la historia de nuestro país. Lo hizo acusado de coacciones del que fue canónigo de la Catedral de Granada, al que quiso prohibir la publicación de un libro y llegó a espetar por teléfono “con el látigo te enseñaré a obedecerme”, como figura en la sentencia del Juzgado de lo Penal 5.

En primera instancia, el Juzgado de lo Penal 5 de Granada lo condenó a pagar 3.750 euros de multa. Sin embargo, tras apelar –y junto a él la Fiscalía provincial–, la Audiencia provincial lo absolvió de todos los delitos por considerarlos prescritos. Curiosamente en aquel episodio el juez de lo Penal 5, Miguel Ángel Torres, instructor en su momento del ‘caso Malaya’, atribuía los ataques contra el canónigo a la vinculación de este con Cajasur. El canónigo, además, es jesuita, al igual que el Papa Francisco.

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