¿Cómo un portero puede influir positivamente en el rendimiento de un equipo? Pues basta ver a Cañizares en el Camp Nou en el partido contra el Barcelona. Un portero no sólo debe tapar el arco e impedir que el contrario marque goles. No es suficiente con la palomita que hizo ‘Cañete’ ante un libre directo de Ronaldinho que se colaba por la escuadra. La labor del de Puertollano es mucho más amplia.
Cañizares espolea al equipo desde el arco. Mantiene el tono del once ché, para que jamás baje la intensidad. Además, inventa todas las tretas posibles para perder el tiempo, como pedir el balón que ha salido fuera a un recogepelotas que no tiene ese balón, puesto que salió hacia el lado contrario. Y va a por los delanteros barcelonistas, y les intimida. Y se cachondea de Saviola en su cara cuando está a punto de marcar. ¡Sólo faltaría que marcara el ‘pibito’!
Y no sólo es un maestro del ‘otro fútbol’, si parafraseamos a Camacho. Me viene a la cabeza una final de Copa en Sevilla en que el pase del gol de la victoria del Valencia lo dio Santiago Cañizares directamente desde la portería. Es un hombre que ve la jugada clara, el delantero solo y prueba con la sorpresa y buscar el fallo del rival, la verdadera esencia del fútbol. Le llaman viejo, le llaman loco, pero el manchego, como ‘el Quijote’, seguirá siempre en plena forma. La portería está perfectamente protegida. ¡Santiago y cierra España!
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