El cáncer no perdona a nadie, ni a los que se bañan en oro ni a los más humildes, ni a los esculturales ni a los viciosos. A nadie. Los tratamientos definitivos todavía no se han descubierto y yo, desde mi gliomatosis cerebral, dudo que se descubran, pero el mundo avanza y la clave es vivir lo que nos ha dictaminado la dama de la guadaña y saber que dios queda encarnado en unos señores de bata blanca que son los médicos y que quizá no me salven la vida, pero que le clavarán todas las espadas posibles a esa hidra que se cobrará sus víctimas diarias quieran o no quieran. Esta vez le ha tocado a uno de los columnistas más brillantes y completos de este país: José Luís Alvite. Hoy 'La Razón' ha publicado esta carta al comunicador Carlos Herrera, que el propio Herrera ha leído esta mañana a las 8 en su programa. Estremecedor. ¡Maldito cáncer!
Querido Carlos Herrera:
Por primera vez no puedo culpar de mi ausencia a la desidia, ni alegar que una monada ciega de Denver me salió al paso y sin motivo alguno se encaprichó conmigo. Tampoco me servirá de excusa la vieja historia de cuando era un niño muy delgado y el viento al azotar me levantaba del suelo y me cambiaba de acera, de raza y de familia.
Esta vez es el cáncer, amigo Herrera, esa cosa que yo pensaba que en mi caso sólo podría ser una mancha que, puesto en lo peor, haría una metástasis como de tebeo en la tapicería del coche. Cáncer de colon y cáncer de pulmón. Dos golpes en un solo mazazo. Fue algo desproporcionado, como encontrar un centollo en el interior de una almeja, pero, ¡qué demonios!, tantos años entre el humo del Savoy me enseñaron que la penumbra te salva del disgusto de que con la luz descubras que en la cola del piano no estaba sentada la mujer con la que contabas, sino el tipo impasible que viene a precintar las manos del pianista.
Es una de esas veces en mi vida que la peor noticia no me la da Hacienda. ¡Qué quieres que te diga!, el caso es que lo he encajado sin pestañear, no porque sea un valiente, sino, sencillamente, porque siempre supe que el mío en la vida sería un viaje en el que inesperadamente al tren se le acabarían por detrás el humo, y por delante, las vías. No sé, Carlos, amigo mío, …estas cosas ocurren y seguro que tienen algún sentido. Dice mi oncólogo que «la situación es muy comprometida» y eso significa que mi buena suerte puede haber cambiado a peor y que la vida ya no me dará la siguiente patada en el culo apócrifo de otro hombre. No importa. Ojalá pueda volver a tu lado. Y si no vuelvo, por favor, piensa que fue sólo porque me empeñé en el estúpido sueño de llegar por ferrocarril a una ciudad sin tren.
2 comentarios:
Sin palabras
Impresionante el sentido del humor (negro)y mucha suerte Alvite
Muy buenooooo!!!!!!
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