
Me hace gracia cuando desde hace varios años se vienen entregando unos premios de cine español con galas a veces buenas y a veces aburridísimas, con películas de desigual calidad y con intervenciones unas más afortunadas y las otras menos. No hablamos de un mismo 'standard' de calidad que se vaya repitiendo año tras año, sino de unos premios de irregular factura que no son más que un reflejo de la falta de estructura industrial de un cine al que le falta mucho camino por recorrer.
Los Goya nos reflejan como lo que somos: un país europeo al cual le falta todavía normalidad cultural. España no es Francia. No somos la llamada 'excepción cultural' sino una colonia de Estados Unidos que es incapaz de ser vanguardia de los países de habla hispana. Argentina, por ejemplo, nos puede dar muchas lecciones. El cine español tiene talento, pero no se aprovecha desde el punto de vista comercial. Y hasta que el Estado no determine cuotas en los cines para que al final la gente acabe viendo películas españolas sí o sí, seguiremos siendo lo que somos: no catetos (ese paso afortunadamente está superado), pero sí gente con limitaciones culturales.