Señoras y señores: Sean ustedes bienvenidos al que va a ser el gran debate del nuevo curso político que comenzará tras el verano. Efectivamente, la eutanasia o la muerte digna será uno de los grandes temas de debate. Por un lado, el PSOE erigirá la muerte digna, un derecho democrática básico, como bandera propia para aglutinar votos y para hacer olvidar la crisis. Por otro, la derecha encontrará nueva carroña para la lucha partidista.
Pongamos los puntos sobre las íes para que el debate no sea una pérdida de tiempo, sino para que sea profundo y práctico. Es decir, que podamos sacar un ley verdaderamente útil. De entrada, ¿qué es la eutanasia? "Acción u omisión que, para evitar sufrimientos a los pacientes desahuciados, acelera su muerte con su consentimiento o sin él". Queda claro. O, quizá, desde un punto de vista médico, "muerte sin sufrimiento físico".
Distingamos dos tipos de eutanasia. Eutanasia activa y pasiva. La activa aplicaría los medios necesarios para que el paciente muriese. Y la pasiva declinaría toda atención al enfermo para que éste muriese sin intervención médica.
Un punto importante. La eutanasia no es el "suicidio asistido", que es dar los medios al paciente para él mismo se quite la vida. El debate no solamente es si legalizamos o no la eutanasia, si se puede tolerar la eutanasia activa o si podemos seguir adelante con la pasiva, como ahora prácticamente. El debate tiene un apendice: ¿Toleramos el suicidio asistido? ¿Es beneficiosa para nuestra sociedad la máquina del doctor Kevorkian? ¿Legalizamos eso también?
¿A quién debemos escuchar en el debate sobre la eutanasia? Obviamente a todo el mundo. Todos debemos opinar, pero hay dos actores en este tema que tienen mucho que decir. Por un lado, los enfermos, expresen su voluntad de viva voz o con un testamento vital. La libertad del enfermo para hacer con su cuerpo lo que estime oportuno es lo primero que se debería tener en cuenta. Su vida está en sus manos, no en manos de ningún dios.
El otro actor es el profesional de la medicina, que tiene derecho a estar protegido en su actividad para que no deba afrontar responsabilidades penales. El médico debe curar al enfermo y no a la enfermedad y debe mantener vivo al paciente, pero no a toda costa, y menos si el paciente no quiere.
Y una precisión más de mi cosecha. Es muy difícil hacer una ley para una muerte digna. Porque cada caso será diferente. Porque los médicos que quieran hacer objeción de conciencia también deberán ser tenidos en cuenta. Porque deberán hacerse mil comités de ética en los hospitales, cuando surjan conflictos, pero desde una perspectiva laica, por favor. Creo en la madurez de la gente, pero no creo en la madurez de nuestros políticos. Pero soy optimista. Y creo que el derecho a la vida y el de una muerte digna van a ser pronto equiparables. Porque es de justicia democrática.