En primer lugar porque es un medio público, con lo cual estamos negando a una sociedad el derecho a estar informada objetivamente. En el caso de Canal Nou era difícil esa deseable independencia periodística ya que la manipulación política de sus informativos ha sido una vergüenza, pero como me comenta un amigo entrañable que tengo en Valencia, los niños van a dejar de crecer con dibujos animados en valenciano, equipos como el Valencia Bàsquet no se asomarán nunca más a la televisión y deportes autóctonos como la pelota valenciana tampoco se ofrecerán a los espectadores, las mascletás de los pueblos dejarán de tener su lugar en la pantalla y el valencianismo audiovisual quedará borrado de la inversión pública. En segundo lugar el asunto es grave porque por primera vez cierra un medio público con lengua propia. Así de duro.
En toda la etapa del PP la deuda de Canal Nou pasó de algo más de 30 millones de euros a 1.300 millones. Estamos ante una televisión autonómica con más personal trabajando que otras cadenas privadas de alcance español, como Antena 3 o Telecinco, donde la mitad de la gente no hacía nada ya. Muchos llevan razón porque son familias que a años de jubilarse se van al paro. Pero otros han ido ganando dinero a manos llenas y se acuerdan de Santa Bárbara cuando truena. Canal Nou es el ejemplo de la gestión incompetente, del amiguismo y de la vulgarización de la televisión pública.
El modelo de “terceros canales” ha empezado a reventar por Valencia, pero muchos van a ir cayendo como fichas de dominó. Deberían copiar del modelo inglés o alemán, donde los contenidos propios se refuerzan según la nación, como en Escocia, País de Gales, Irlanda del Norte o Baviera. Pero como esto es España, aquí trincan los amiguetes y pringan los curritos.
Ver vídeo de despedida. Dan ganas de llorar.
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