La mujer tardó mucho en integrarse en el deporte. Yo todavía recuerdo imágenes muy antiguas de mujeres jugando a tenis con faldas largas o progresando en los hoyos de los campos de golf. En cualquier caso, hablamos de deportes entonces elitistas, y que necesitaban de precursoras como la tenista inglesa Charlotte Cooper, que entre los siglos XIX y XX ganó Wimbledon cinco veces y hasta fue medallista olímpica en los Juegos Olímpicos de París de 1900. De hecho, hasta después de la Segunda Guerra Mundial, el deporte femenino no se admite de forma más o menos aceptable en competiciones internacionales en casi todos los deportes.
Eso sí, el vestuario deportivo, tanto masculino como femenino, ha evolucionado con los tiempos, desde la falda larga de la Cooper hasta la vestimenta insinuante de la Kournikova, y desde los primeros jerseys del portero de fútbol Ricardo Zamora hasta las camisetas ajustadas Kappa que vestían a 'sex symbols' futbolísticos como Joaquín en su etapa más brillante en el Betis. Por no nombrar al metrosexual David Beckham o a otros tantos deportistas, tanto hombres como mujeres, de extraordinario atractivo y a los cuales las marcas les hacían "su" ropa.
Las atletas corren sobre el tartán con braguitas y hasta camisetas que dejan ver el ombligo, en voley playa se imponen unas determinadas medidas y ahora el baloncesto prefiere estilizar mediante la vestimenta los cuerpos de las jugadoras. Pues bien, han llegado determinadas asociaciones que pretenden cortar esta medida porque la consideran "sexista" (leer noticia). Entonces los ciclistas también van con esos 'culottes' porque ese deporte es "sexista" y evidentemente todas los hombres y mujeres que te encuentras por la calle haciendo deporte con ropas más o menos ajustadas son "sexistas". Dejemos que la gente vista como quiera y que los uniformes deportivos puedan ser de determinada manera. Para impedir determinadas vestimentas en las deportistas porque es "sexista"... ¡hay que ser muy meapilas!
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