Pero, al margen de la siesta de mi mujer, hablemos del partido. La verdad es que el Barça lo pasó mal, especialmente a raíz de la cantada de Valdés nada más empezar el partido. El equipo de Guardiola está construido para tener el balón y crear con él. Al principio ni tuvo el balón, después fue recuperándolo, pero en cualquier caso le costó muchísimo crear nada.
Y en medio de todo esto, el maldito esguince de Messi, a causa de una entrada durísima de Leandro Almeida que no tuvo la correspondiente tarjeta del árbitro Howard Webb, uno de esos ingleses que sólo te expulsan si te lías a tiros con el rival o algo por el estilo. Pero con Messi o sin él, el triunfo culé de ayer fue producto de un esfuerzo colectivo sin demasiado espectáculo y a eso también sabe jugar el Barça… cuando es necesario, claro.
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