DEL MACHISMO, LA HIPOCRESÍA Y LA ENVIDIA

El otro día cayó en mis manos un calendario conmemorativo de la batalla de Bailén, cuyo bicentenario se celebra este año, donde salen dos vecinas de la localidad ligeritas de ropa y recurriendo a los uniformes y armas que llevaban los militares de la época. Es un calendario benéfico que pretende recoger fondos para la asociación cultural que hace las recreaciones de la famosa confrontación bélica donde la astucia de Castaños y Reding venció a la obstinación de Napoleón.

Desde que lo vi supe que iba a ser polémico. Tampoco hace falta licenciarse en Harvard para darse cuenta de eso. Lo que no podía llegar a imaginar es que se iban a decir tantas imbecilidades juntas. Se ha dicho que es denigrante para la mujer, cuando estamos hablando de dos hermanas que muestran parte de sus cuerpos, sin más. No salen ni pisoteadas ni vejadas. Se lucen, hacen un guiño a la historia y nos hacen esbozar una sonrisa. Acepto que soy un hombre y me gustan las mujeres, pero me produce sonrojo la reacción histérica de algunas compañeras de trabajo que lo primero que hacen es hablar de la celulitis que tienen las modelos o de si yo lo voy a colgar en el cuarto de baño o chorradas por el estilo.

Es hipócrita que el alcalde de Bailén retire el calendario de los puntos de venta municipales. El beneficio económico que ha obtenido posiblemente haya sido suficiente y las presiones de lo 'políticamente correcto' han podido más que el sentido común. Hace pocas horas hablé con Fátima, la chica que sale a la derecha de la portada del calendario, y ella no entendía nada. Y yo tampoco.

Evidentemente respeto todas las opiniones, tanto de quien habla de vulgaridad como de quien habla de dos maravillas envueltas en las ropas de la batalla de Bailén. Mi opinión está clara. Sí a la provocación, a despertar los sentidos, a que lo que hagas esté de acuerdo con tu personalidad y no genere indiferencia. Sí a los cuerpos normales, los que te encuentras en la calle, a que se luzcan sin complejos. Sin machismo, que no lo hay, sin hipocresía, que en Bailén sobra, sin envidias ni rencores, que en Bailén hay más todavía, y con tranquilidad y sentido común.