viernes, agosto 30, 2013

VERANO DE BRUTAL EXPLOTACIÓN LABORAL



La ministra de Empleo, Fátima Báñez, reduce los tipos de contrato de 41 a 5. Ahora pasarán a ser indefinido, temporal, de relevo, en prácticas y de formación y aprendizaje. Pues bien, en el veranito transcurrido la explotación laboral ha sido de auténtica vergüenza. Al margen del viejo truco empresarial de hacer trabajar a los que tienen contrato de media jornada como auténticos esclavos sin pagarles evidentemente horas extra, este año ha sido especialmente sangrante. A este truco se ha añadido otro, el de los “falsos autónomos”, empleados que bajo presión abandonan oficialmente la plantilla, aunque acaban haciendo el mismo trabajo pero pagándose su propia Seguridad Social.

Mientras la ministra también decía que era muy importante la lucha contra el fraude laboral machacando varias veces la frase “tolerancia cero”, un experimentado inspector de Trabajo de Baleares relataba al diario ‘El País’ bajo anonimato las carencias del sistema de control: “Nos tienen haciendo inspecciones a chiringuitos, hamaqueros y mercadillos, en lugar de ir a por los hoteles, donde son muy comunes las medias jornadas ficticias”.

En Mallorca, sin ir más lejos, encontraron un hotel familiar de cuatro estrellas donde uno de cada tres trabajadores eran becarios. Le llaman ya “el hotel de los 33 becarios”, estudiantes de escuelas de hostelería europeas que trabajaban sus horas pero que realmente sustituían a trabajadores que vivían de ese hotel y que ahora están en la calle.

De vuelta a las páginas de ‘El País’, el periodista Joaquín Gil nos da a conocer la experiencia de una tal María P, camarera de 42 años, trabajadora por 20 horas semanales y 500 euros de salario. Cuando firmó contrato en una cafetería de “un pintoresco pueblo de 12.000 habitantes de Pontevedra” el encargado “le advirtió que la jornada sería dura” y que tendría que quedarse “algún ratito más”. Los ratitos de más se han ido juntando hasta pasar de las 20 a las 60 horas semanales. 42 años, separada, con dos hijos y unos padres que la ayudan. Por supuesto, ha denunciado ya a Inspección de Trabajo. Solo faltaría.

Otro caso. Daniel R, de 37 años, trabaja hasta 110 horas semanales en la cocina de un pequeño hotel familiar de Galicia por 1600 euros, el doble que sus 10 compañeros a media jornada que desembarcaron este verano. Todos cumplen el mismo horario extenuante pero cobran la mitad que su compañero. Daniel, con sus 20 años de trabajo allí asegura que la empresa le debe siete mensualidades. Justamente en Galicia, el sindicato Comisiones Obreras está tramitando la denuncia de un veinteañero despedido en una cafetería. Trabajaba 15 horas diarias de lunes a viernes. Los fines de semana debía cuidar la granja de su jefe. Se quejó y le echaron.

Los empleados con contratos de jornada completa tampoco se han quedado al margen del verano precario. Pilar M, de 34 años, encadenó durante 12 días jornadas de 12 horas en un pequeño hotel de Granada. Su contrato era de ocho horas. Le despidieron hace un mes, argumentando pérdidas, aunque la ocupación del establecimiento rozaba el 90%. En Baleares, el sindicato UGT alertó del caso de un hotel de cinco estrellas en Pollensa que acogía a 14 “falsos becarios”, aprendices rumanos, que cobraban 350 euros por jornadas draconianas.

Verdaderamente, en este verano, no todos han hecho vacaciones…

1 comentario:

victoriano dijo...

Como dicen en mi tierra, estamos apañaos con los dirigentes que tenemos, la ministra que no se de donde ha salido, los famosos sindicatos CCOO y UGT que su trabajo parece ser que estén al lado de la patronal en lugar de defender a los trabajadores, menuda cuadrilla de vividores e inútiles tenemos como representantes.