Michael Sam ha roto un tabú en el fútbol americano. Se trata de una joven promesa que próximamente dará el salto a la NFL, la mejor liga del mundo, y que ha revolucionado al personal después de confesar abiertamente que es homosexual. Su popularidad ha subido: sus seguidores en en redes sociales eran 12.000 y ahora son 38.800. «Sólo quiero asegurarme de contar mi historia como yo quiero contarla. Quiero ser dueño de mi verdad», explicó al «New York Times».
«Soy abiertamente gay, y estoy orgulloso. Entiendo lo grande que es el asunto. Nadie ha hecho esto antes, y estoy en una especie de proceso nervioso, pero sé lo que quiero ser. Quiero ser un jugador de fútbol de la NFL». El ‘draft’, que está al caer, tendrá a un jugador que puede haber aprovechado su salida del armario para su promoción personal al margen de su rendimiento deportivo que por otra parte es bastante notable.
Tenemos otro caso de salida del armario, pero en baloncesto americano. Fue hace un año con el pivot Jason Collins que está casi al final de su carrera y sigue sin equipo. El comisionado de la NBA, Adam Silver, aseguró que su situación se debe estrictamente a “una decisión deportiva”. Al margen de valoraciones que nos hagan pensar en una posible homofobia, deberíamos quedarnos con que en los 38 partidos que jugó para los Boston Celtics y los Washington Wizards en su última temporada, Collins promedió 1 punto y 1,5 rebotes. Números cantan.
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