LA PRIMERA BODA GAY DE FRANCIA ENTRE GRANDES MEDIDAS DE SEGURIDAD

La historia ha tenido final feliz. O si le damos la vuelta, la historia del primer matrimonio homosexual de Francia ha tenido un comienzo feliz. Al margen de las llamadas amenazantes y de todos los destrozos que ha habido en las manifestaciones homófobas de París, con 100 policías rodeando el ayuntamiento de Montpellier, Vincent Autin, de 40 años, y Bruno Boileau, de 30 años, ya están “unidos en matrimonio” con la presencia de 500 invitados, casi como en las bodas de los pueblos, donde va hasta el canario.

Este hecho se convertirá en normal en el país vecino en el momento en que los ultras dejen de crear violencia a causa de los derechos que merece la gente LGTB que se quiere y que ansían vivir su vida en paz y que quieren ir de la mano por la calle sin que les miren mal. Parece mentira que en un país con una tradición democrática tan larga, los gays se tengan que casar muertos de miedo y que tengan que haber grandes medidas policiales por si a un ultra se le cruzan los cables. Y es que esta tarde ya ha habido amenazas telefónicas anónimas, que han puesto en guardia definitivamente a los efectivos policiales desplazados a un acontecimiento que, al fin y al cabo, consagra el triunfo del amor sobre los prejuicios.

Nada que ver con España, donde los matrimonios gays se han ido desarrollando sin problemas. Soy uin privilegiado porque estuve en la primera de estas bodas en julio de 2005, en el ayuntamiento de Tres Cantos, cerca de Madrid, y me encantó ver tanto amor entre dos hombres que, después de años de convivencia sin una cobertura legal que nunca llegaba, finalmente quedaron “unidos en matrimonio”. La primera boda LGTB en España fue emocionante, festiva y sin elementos violentos que la pusieran en peligro. Había pocos invitados, pero la cantidad de periodistas que acudimos junto con la gente que fue a dar apoyo desbordaron todas las expectativas. El enlace lo dirigió un concejal de Izquierda Unida que leyó un fragmento del poema de Pablo Neruda ‘Tu risa’: “Quítame el pan, si quieres, quítame el aire, pero no me quites tu risa”. Lo mejor de aquel día para mí no sólo fue poder informar de ello para todos los oyentes de la ya extinta COM Ràdio, sino vivir algo que no tenía precedentes en la historia de España y que afortunadamente se extiende en el resto del mundo.