24 de septiembre de 2011. Última corrida de toros en la Monumental de Barcelona. ¿Decisión política o animalista? Cada cual puede explicar su versión. La tauromaquia es atávica y resulta humillante contra los derechos de los animales. Si coincide que esto pasa en Cataluña, en plena ofensiva independentista, pues por ahí podemos tomar un factor político. Si además hablamos de los famosos correbous de las tierras del Ebro, el animalismo queda en su mínima expresión. Pero lo más importante es que los toros ya se han ido de estas tierras... y espero que no vuelvan.
Ahora bien, tenemos en Barcelona a la Monumental, con una arquitectura audaz e innovadora para su época: en cada esquina de la plaza hay un huevo daliniano, la capacidad es de cerca de 40.000 personas y el minarete mediría 300 metros. El lugar, propiedad de la familia Balañà, está muerto de risa. Y ahora hay una iniciativa del emir de Qatar para que la Monumental se convierta en la tercera mezquita del mundo, después de La Meca y Medina. Los políticos, siempre dispuestos a darnos lecciones de democracia, especialmente desde la derecha, nos dicen que la idea no va con nuestra cultura.
Yo pienso lo contrario: este puede ser un factor de integración excelente: aunque para mí hay una condición innegociable, que la mujer sea respetada, y que se les pueda ver su rostro, y que puedan ser identificadas. Si el imam es catalán y conoce la sociedad en la que vive, mucho mejor. Ahora los musulmanes se reunen en 35 o 40 garajes para hacer sus rituales religiosos. Estamos hablando de puestos de trabajo, de lugares que estarían abiertos al estudio teológico, al diálogo entre culturas. Sinceramente no sería una iniciativa tan negativa. Por otro lado, no nos engañemos, el señor Balañá se tiene que estar frotando las manos por los 2.000 millones de euros que le pueden caer en caso de que la Monumental se convierta en mezquita. Si en Madrid, está la de la M-30, ¿a qué tanto escándalo porque la hagan en Barcelona?
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