La libertad es posiblemente el concepto más prostituído de la historia. En nombre de la libertad se han cometido auténticas barbaridades y muchas veces ha sido otorgada a unos y a otros, cuando la libertad ni se vende ni se regala, sino que se toma, como si fuera un fruto del árbol. Sobre la mesa, yo tengo libertad total para hacer lo que me dé la gana, pero la moral aconseja que el respeto al otro sea el único limitador de mi libertad.
Si planteamos esto así, tal cual, posiblemente estaría de acuerdo el 90 por ciento de la gente. Pero, ¿y si ahora digo que una monja de clausura es más libre que nadie? Pues efectivamente. En uno de mis antiguos reportajes, la hermana superiora me decía que las 8 monjas a las cuales obviamente les sobraba convento eran más libres que cualquiera de los que se encontraban por la calle. ¿Por qué?
Porque nadie las había coaccionado para estar el resto de sus vidas entre las piedras de ese lugar, ni a tener su celda de reflexión, el llamado "convento dentro del convento". La hermana me contaba que los que estábamos fuera éramos los que teníamos las auténticas ataduras. Y ahora, al cabo de un tiempo, me doy cuenta de eso. ¿Qué te atrae más, el bullicio de un 'Corte Inglés' o la paz de un convento, el compromiso por regalar o el sacrificio espiritual, el amor con precio o la entrega sin mesura? Una monja es más libre. Está claro.
2 comentarios:
Prueba
Libertad y pensamiento, se dan la mano, yo puedo libremente decir, si los politicos me gustan O no, por respeto no debo decir si son, unos golfos, vividores y tal y tal, pero como el pensamiento es libre, prefiero callarme lo que pienso, para no terminar entre rejas amennnn.
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