lunes, noviembre 05, 2012

ANTE LA TRAGEDIA DEL MADRID ARENA HA HABIDO MUCHA HIPOCRESÍA

Fiesta de Halloween en el Madrid Arena con miles de adolescentes bailando chunda-chunda. Se produce un embotellamiento de gente y hay 4 muertos y una chica herida en estado crítico. Como todos somos muy de echar la culpa a los demás menos a nosotros mismos, ¡faltaría más!, hablamos de los organizadores, que no tenían ni seguridad suficiente ni un control de la gente que estaba allí dentro. Si hablamos del ayuntamiento de Madrid, la mujer de Aznar, que es la alcaldesa que le ha tocado a los pobres madrileños, dice que las instalaciones municipales ya no acogerán más macrofiestas, como si fuera esa la solución. Luego escuchas las tertulias de las radios y parece que todo el mundo sea experto en el mundo de la noche.

Hablan del alcohol y de las drogas, cuando todos sabemos que las sustancias tóxicas están al acceso de los más jovenes, tengan la edad que tengan. Y uno se encuentra con que el alcohol es la peor de las drogas y que es legal, cuando eso mismo no pasa con las pastillas, la coca, la heroína, la marihuana, que no es tan buena como nos quieren hacer ver, y un largo etcétera de sustancias. Mientras tanto, el tabaco al que se añaden ingredientes extra-adictivos sin que pase nada es completamente legal y sus víctimas mortales se cuentan por millones. Y parece que nadie lo sepa, ni los padres, ni los chavales, ni los profesores, que son incapaces de traer al instituto a un ex toxicómano para que explique qué pasa cuando se mezcla alcohol con pastillas.

Yo asistí a un concierto de Alí Farka Touré en Vilanova i la Geltrú, a 50 kilómetros de Barcelona y unos padres les explicaban a su hija de unos diez u once años cómo era lo que estaba escuchando y el contexto de la música de este blues-man africano. Y a la niña le gustaba. Eso es educar. Eso es dar alternativas, lo cual no significa que no te vayas jamás de juerga con los amigos. Yo también pillé mis cogorzas, y a partir de ahí sólo bebía de alcohol alguna cerveza o un vino de vez en cuando. Y me divertía con Nightnoise, Noa, mis fadistas portuguesas, mis músicos celtas o mis minimalistas. No soy ejemplo de nada. A mí se me permitió mucho, pero los chutes que veía debajo del puente y una cogorza en fin de año me acabaron de educar del todo, al margen de lo que me decían mis padres, que tenían más razón que un santo.

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