El nivel de la calidad de la democracia puede valorarse según algunas variables. Por ejemplo, en unas elecciones se debe respetar al partido que gane, aunque sea por mayoría simple. Si el PP se ha impuesto en Andalucía, el nuevo presidente de la Junta tendría que ser Javier Arenas. Si el PSOE ha vencido en Asturias, Javier Fernández debería dirigir los destinos del Principado. Los pactos que se hagan entre fuerzas perdedoras suman votos, pero la gente en su mayoría ha querido otra cosa.
Además, en el caso concreto de Andalucía, que es el que conozco, no sé cómo se sentirían los votantes de IU si su voto sirve para regalarle la presidencia al PSOE, que es un partido que no han apoyado. En cuanto a Asturias, un votante socialista creería que su papeleta en la urna ha sido inútil pese a ser la mayoritaria de producirse un pacto Cascos-PP. Resumiendo, estamos jugando con los votos de la gente de una manera tan obscena que lo normal es que la participación en los diferentes comicios vaya cuesta abajo y sin frenos.
Una democracia es buena cuando se respeta el principio "una persona es un voto", cuando los tres poderes están perfectamente separados y controlados y son independientes por sí mismos. Una democracia de calidad respeta a las minorías, con lo cual Arenas, en Andalucía, y Fernández, en Asturias, deberían tenerlas en cuenta. ¡Qué bonito y utópico suena!, ¿verdad?
Por cierto, una pequeña reflexión sobre los sondeos. Según IPSOS el PP rozaba la mayoría absoluta en Andalucía, y según la única encuesta que vale, la de las urnas, se ha quedado a cinco escaños de esa ansiada mayoría que casi daban por hecha. IPSOS decía que Izquierda Unida no iba a pasar de los 10 escaños como mucho. Al final han doblado los resultados anteriores llegando a los 12 escaños y la representación en todas las provincias andaluzas. ¿Para qué se gastan el dinero en encuestas?
No hay comentarios:
Publicar un comentario