La liga está clara. Desde Madrid ya lo sabían y hoy se ha confirmado. El Barça sigue con 8 puntos por delante. Ya podrá venir Cristiano Ronaldo, y aparecerá Adriano para salvar. Ya podrá estar Messi presionado. Ya podrán tragarse un penalti sobre Villa e inventarse otro de Alves, o expulsar a Raúl Albiol sin comerlo ni beberlo, aunque debemos recordar que los errores arbitrales siempre van en las dos direcciones. Se podrá escribir lo que se quiera, Mourinho hablará de árbitros una y otra vez y el portugués le pasará el marrón de una rueda de prensa pre clásico a Karanka, los periodistas españoles se plantarán.
Da igual. Por más vueltas que se den, la Liga está a falta de seis partidos y con un empate a un gol en el Bernabéu, el Barça lo tiene todo a su disposición en cuanto a lo que es la Liga. La cuestión ahora ya no es la regularidad, sino los match-balls, la presión de una décima de segundo, de una final de Copa, que es lo que está por venir y lo que al madridismo le importa menos. Y sobre todo, esa “décima”, ese número redondo soñado por los merengues y los culés, esa semifinal clave, ese recuerdo que el madridismo tiene de haber eliminado ya al Barcelona en una semifinal de Champions en la temporada 2001-2002.
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