No lo tiene claro Luis. Sí sabe qué equipo pondrá mañana, pero no conoce su destino al frente de la selección. Lo único que tiene decidido es que si España no va al Mundial dimitirá. Pero como todo el mundo da por hecho que el combinado nacional jugará en Alemania 2006 (que para mí es demasiado suponer), el asunto es saber qué hará Luis Aragonés con su futuro. ¿Seguirá después del Mundial? ¿No seguirá? Depende. Yo preferiría que su etapa como seleccionador finalizase con la cita mundialista, para después dar paso a un seleccionador joven, que garantizara un proyecto a largo plazo. Ya lo dije. Me gustan Víctor Fernández, Quique Sánchez Flores, Fernando Vázquez... Al menos, hay donde elegir.
Pero no vayamos tan lejos. Me quedo en el partido de mañana contra Eslovaquia. Me gustó la reflexión de Michel Salgado en la rueda de prensa de este mediodía. No descubrió nada, pero estuvo acertado. Los eslovacos no tienen presión porque la noticia sería que pasaran al Mundial. La presión la tiene España porque, como he apuntado más arriba, a nadie se le pasa por la cabeza no medirse con las mejores selecciones del mundo. ¿Pueden acusar los jugadores esa presión? Yo creo que no porque son suficientemente profesionales. Lo que sí deben hacer mañana es mover el balón y que siempre lo tenga España. Y para eso, contrariamente a lo que piensa Luis, no hay que correr más que Eslovaquia. El Barça, por ejemplo, no corre tanto como se podría pensar. Mueve la bola y la tiene, los jugadores presionan arriba (que es un bella forma de defender) y están bien posicionados. Nada más.
Yo espero mucho y a la vez no espero nada. Espero pasar al Mundial, pero no espero un gran juego. Espero estar en Alemania, pero no pasar de cuartos. Es lo que me pasa con España: a la que me ilusiono, la decepción después es mayor.
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