Se llama Thomas Hitzlsperger, tiene 31 años, es alemán, se retiró en septiembre pasado de la práctica del fútbol profesional y es el primer jugador que ha salido del armario. En una entrevista que publica el semanario “Die Zeit”, proclama que prefiere “vivir con un hombre que con una mujer” y que quiere “impulsar un debate público de la homosexualidad entre los deportistas profesionales”.
Según la web de “El País”, Hitzlsperger parece irritado en la entrevista cuando le preguntan si “no notó desde antes de ser adulto que sentía de otra manera”. Él se sorprende: “¿Cómo se lo imagina usted? ¿Qué es eso de ‘sentir de otra manera’? ¿De otra manera que quién?”. Relata, más adelante, que convivió con “una muy buena amiga” suya durante años. Pero aunque “duró más que la de mucha gente próxima”, esa relación íntima terminó “sin que ella supiera nada” de sus “sentimientos hacia los hombres”. Él tenía 25 años y se planteó que aceptaría “un cambio en la orientación sexual, como un proceso paralelo a la maduración y a la busca de una nueva orientación profesional” después del fútbol.
Le preguntan a Hitzlsperger si “alguna vez se ha avergonzado de ser homosexual”. Responde con otra pregunta: “¿Por qué iba a hacerlo?”. La periodista le dice que “mintió durante años”. El jugador recuerda “la diferencia entre callarse y mentir”, pero admite que “la presión puede ser enorme, no sólo en el fútbol, también en la familia”. Dice Hitzlsperger que le parece “absurdo que sigamos así en 2014, pero marica sigue siendo un insulto en el fútbol”. Reconoce que, “desgraciadamente”, él mismo ha usado como futbolista expresiones donde “marica” suena infamante.
Me gustaría remarcar una cosa aquí. Hitzlsperger no fue precisamente una máquina de hacer dinero, pero tampoco fue un centrocampista mediocre. Repaso su currículum: internacional con Alemania 52 veces, subcampeón en la Eurocopa de 2008 ante España, campeón de la Bundesliga con el Stuttgart, jugó en el Wofsburgo y también en la Premier inglesa con el Aston Villa y el Everton, y en Italia en la Lazio. Por lo tanto, hablamos de un futbolista profesional que ha estado en un nivel competitivo alto y con repercusión pública.
Y le ha costado, pero lo ha conseguido. Un futbolista ha salido del armario. Y espero que no sea el último porque así conseguiremos que el deporte rey deje de ser tan sumamente machista. Y digo más, el periodismo deportivo también es machista. Conocí a redactores y técnicos gais que no sabían qué cara poner cuando entre la gente se contaban chistes zafios donde la homofobia estaba, y está, a la orden del día.
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