LOS MARRONAZOS DE NAVARRO Y RUBALCABA

Pere Navarro es un de los líderes políticos actuales con menos carisma, con más torpeza y con un fondo ideológico más vacío. Esa especie de apuesta catalanista del PSC que quiere pero no puede, y que incluso forzó que su grupo en el Parlament de Catalunya tuviera que decir “no” al referéndum por la independencia, bajo las presiones del dinosaurio Rubalbaca, y teniendo en cuenta que estaban votando exactamente lo mismo que el PP y Ciutadans, que tienen de catalanistas lo que yo de arzobispo, junto con los votos favorables al referéndum y contrarios pues a la famosa “disciplina de partido” de Marina Geli, Joan Ignasi Elena y Núria Ventura, han dejado con el culo al aire a Navarro, que ha pedido que los tres mosqueteros díscolos devuelvan sus actas de diputado, lo cual no van a hacer ni hartos de vino.

Al margen de las imprevisibles consecuencias que van a llegar para el PSC en forma de desintegración de partido, muerte política de Navarro que irá al mismo panteón que Rubalcaba, desembarco del PSOE más rancio en Cataluña, y apoyos electorales más propios de partido de barraca de feria que de partido de gobierno surgen otros debates que van más allá de la tan manida cuestión independentista catalana.

Por ejemplo, ¿a qué viene que todos los diputados de un mismo partido tengan que votar lo mismo que digan la jerarquía de esa formación política?, ¿es que no vale el debate interno?, ¿es que no vale la democracia?, ¿que le pesa más a un diputado, su barriga agradecida o la gente a la que está representando en virtud de un programa electoral que se pasa por el forro de sus caprichos?

Y sobre todo, ¿qué pintan las estructuras de los partidos políticos en una cámara de representantes?, ¿por qué los diputados no son libres de votar lo que quieran?, ¿por qué no pueden ser escogidos en listas abiertas? No en vano, hace unos cuantos años, en la revista ‘Ajoblanco’ apareció el profético filósofo Aranguren para afirmar que los partidos no servían ya, sino que tenía que haber movimientos. A ver si escuchamos un poco a los libre-pensadores… y sobre todo al pueblo llano.