Queridos niños y niñas, érase una vez un bonito pueblo en una montaña de piedras lisas desde la cual se veía un paisaje muy bonito. El pueblo era de los más antiguos de la comarca y sus habitantes estaban felices porque se sabían protegidos por una familia de buena gente que cuidaba de los autóctonos y asustaba a los forasteros, que eran todos muy malos y hablaban raro. La familia era cristiana y virtuosa.
Hace mucho mucho tiempo, la mujer más bonita del valle era una niña que cosía la lana que esquilaba su padre y sus hermanos de las ovejas. Todos en el pueblo vivían de la lana y de los vinos espumosos. Todos en el pueblo eran félices y vivían de su trabajo. Pero había unos monstruos muy malos, muy malos, muy malos que hablaban muy raro.
Un joven y apuesto caballero decidió pedir la mano de la bella e inocente costurera para salvar a ese precioso pueblo. La boda fue en 1956. La oficiaron los monjes del monasterio y hubo una gran fiesta. El nuevo matrimonio, formado por Jordi y Marta, tuvo siete preciosos bebés: Jordi “el mexicano”, Marta “la heredera”, Josep “el seductor”, Pere “el santo”, Oriol “el heredero”, Mireia “la bella”, Oleguer “el madrileño”.
Tras 23 años en que papá Jordi cuidó virtuosamente de los del pueblo contra los malos que hablaban raro, al padre le fallaron las fuerzas. Entonces vino un señor que no era de ese pueblo y hablaba raro y sembró el terror y cosas muy malas.
Y la gente se enfadó y entonces vino otro del pueblo a cuidarlos y ofrecerles sueños y promesas. Muchas malas lenguas de los malos dijeron que los hijos de Jordi y Marta habían hecho fortuna en las Américas, los Alpes y hasta en los pueblos de donde venían los malos, y que no la habían gastado en ese precioso lugar de la montaña de piedras lisas. Pero, gracias al ya anciano y cansado Jordi, supieron que la culpa de todo siempre la tenían los malos. Y colorín colorado, el cuento no se ha acabado… y si quieres saber más haz click aquí.
1 comentario:
Bonito cuento, muy enternecedor, pero donde dice el cuento que vivian de la lana y los vinos espumosos, yo creo que vivian del cuento y las cuentas que pagamos los demas, que no me entere yo que a estos siete bebes les falta de nada, ni coches de lujo ni nada de nada.
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