Cuando era un niño y estaba metido en el Renault 6 de mi familia para ir al pueblo, al pasar por Guadalajara, mi padre, nos soltó que esta es de las ciudades donde nunca pasa nada. Yo era muy pequeño y mi hermana era casi un bebé, y por entonces no entendía por qué nunca pasaba nada allí. Ni mi padre ni yo conocíamos los criterios que hacían que algo fuera noticiable o no. La cuestión es que en Guadalajara o en Cuenca nada pasa porque nadie lo cuenta, y sólo pondremos a esas dos ciudades en el mapa si en Guadalajara alguien se tira desde el Torreón del Alamín o en Cuenca no se caen las casas colgadas, por poner dos ejemplos.
El caso es que a partir de ahora ni los mismos vecinos de las provincias de Guadalajara y Cuenca, con las capitales y los pueblos incluídos, no se van a enterar de noticias que les puedan afectar. En Guadalajara nadie sabrá cómo queda la Ley de Caza o el Plan Júcar. Tampoco habrá quien hable de los vinos de Cuenca y de la financiación que necesitan y cómo será la temporada de conciertos del auditorio.
Y, lo que es peor, nadie podrá cuestionar en un medio de comunicación en papel escrito la gestión que hablan las administraciones de ambas provincias. En total casi 460.000 habitantes estarán en la inopia. La noticia ahora es la ausencia de noticias y el cierre de los diarios ‘El día’ en sus ediciones de Guadalajara y Cuenca. Así pues, no habrá más prensa escrita ni en una provincia ni en la otra. Cierto es que siempre nos quedan los diarios digitales y los blogs, pero muchos pequeños pueblos con segmentos poblacionales muy envejecidos, con gente mayor que apenas ha tocado un ordenador en su vida, o donde quizá no llegue Internet si queden sin medios escritos propios. Otro palo más contra la democracia y la libertad de expresión. Lo siento por los habitantes de estas dos provincias de Castilla-La Mancha que van a estar más olvidados todavía por el resto de España.
2 comentarios:
Curioso escrito, hay ciudades donde nunca pasa nada, y si pasa lo ocultan, y otras donde no paran de pasar cosas y no precisamente agradables, por ejemplo los casos de corrupción, pero aun quitando los diarios nos queda la TV que lamentablemente en los debates, los tertulianos nos calientan la cabeza, y a muchos se leve el plumero cuando arriman el ascua a su sardina, dependiendo al partido que pertecen.
Certero, muy certero.
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