Es increíble que el periodista esté aquí tan desprestigiado y mal pagado. Es increíble que para escoger al director general de una radiotelevisión pública sea suficiente con la mitad más uno de los diputados, cuando antes era dos tercios. Es increíble que organismos públicos de comunicación no sean llevados por expertos en la materia, periodistas, informáticos y técnicos. Es increíble que existan tropecientosmil canales autonómicos cuando muchos de ellos se podrían juntar lanzando emisiones comunes de series y entretenimiento y luego separarse en programas informativos, deportivos y culturales diferenciados, como se hace en los países normales.
Es increíble que en España tengamos una televisión donde el petardeo y el insulto funcionan y el humor bien hecho y con gusto parece que no interesen. Es increíble que a un comunicador como Andreu Buenafuente le queden dos programas. En cualquier otro país, esta decisión sería un escándalo. El Reino Unido, Alemania y por supuesto Estados Unidos tienen su programación plagada de “late shows” y aquí en España no hay “late shows”, salvo el que van a destruir de aquí a dos semanas. Es increíble que a Buenafuente todavía se le diga que debería reinventarse. En España es el periodismo el que se debería reinventar. Si quieres acceder a la web de Buenafuente y saber lo que piensa haz click aquí. Sólo en España se desprecia al profesional de esta manera.
4 comentarios:
Y es increíble esta era donde la productividad, la rentabilidad y la eficiencia pasan por encima de cualquier otro valor.
Me podeis llamar mal pensado, pero yo creo que el programa si desaparece es porque con la que esta cayendo a este profesional, se le ocurra tocar temas, como el elefante de Botwana, ridiculizando al "campechano". Creo que los profesionales, tienen que ser eso profesionales, y no marionetas de cierta GENTUZA.
Y a mí me podéis llamar simplista, pero creo que es una cuestión de audiencia y rentabilidad.
Chiste fáciles, bromas a costa de terceros y descalificaciones sin sentido. Al final el público se aburre y la audiencia se va a freír espárragos. Conclusión: la zafiedad y baja profesionalidad tienen un precio.
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