EL SUICIDIO, LA PALABRA MALDITA

Durante mis años de existencia he vivido con el suicidio de diferentes formas. Cuando era niño, me sentía rechazado en el colegio, no tenía amigos, y antes de que empezara a narrar los partidos de fútbol que jugaban mis compañeros de clase en el patio decía que "quería suicidarme" y que "quería ser alegre". Hasta que tomé el rol de periodista en esos partidos de fútbol, hasta que no jugué a la radio en casa, hasta que no fuí a la radio con el 'boom' de la música infantil en los primeros 80s (Parchís, Botones, Regalíz, Nins, Teresa Rabal...), no tenía mi vida bien orientada. Era un niño extrovertido, demasiado quizá, y no me sentía querido en el colegio. Y el colegio donde iba tampoco me gustaba. No tengo buenos recuerdos de la infancia, aunque tampoco hice intentos para suicidarme.

Luego volvió a aparecer el suicidio en mi vida, aunque de forma ajena, en 1995 cuando estaba en Londres con una beca Erasmus. Una de las personas más importantes de mi vida me dijo en una carta que un amigo suyo se había suicidado y me preguntaba si era un acto valiente o cobarde. Quizá era valiente porque para quitarse la vida debes tener suficiente coraje o quizá sea cobarde porque el suicida en vez de enfrentarse a los problemas los rehuye. Ahora ya no le envío cartas,, sino que la llamo desde el móvil o le envío mails, pero, cuando Internet no era algo habitual para nosotros, le respondí que sin duda era un acto cobarde, a lo cual ella me contestó que era lo más sabio que le había dicho nadie después del impacto que le supuso el tema.

Bastantes años después, ya viviendo en Madrid, una amiga finlandesa y que actualmente reside en su país me expuso un punto de vista que me dio completamente la vuelta: el suicida no tiene por que ser un cobarde sino que es libre para hacer lo que quiera. La vida no le da alternativas y prefiere bajarse del tren sin más. Atribuyo esa opinión, igualmente respetable, a un choque cultural entre ella, nórdica, y yo, mediterráneo. Es una forma de pensar que me provocó dudas razonables entre el blanco y el negro, entre el yin y el yang.

Hace poco supe que la hermana de una amiga mía de Jaén, se había suicidado y ví la tragedia desde fuera, la vi en su cara, observando el dolor que el suicida deja entre su familia y amigos. No es fácil suicidarsse cuando tú sabes que, con la consumación de tu acto, vas a marcar la vida por siemrpe más a tu familia y a tu entorno más personal. Incluso, ya en Jaén trabajando y haciendo sucesos, se nos prohibía hablar de suicidios porque sso podría suponer un "efecto dominó", que provocara aún más tragedias de este tipo. A veces se daban infomraciones donde el suicida formaba parte de ellas. Por ejemplo, crímenes de violencia machista donde el marido mataba a la mujer y luego se ahorcaba. En ese caso, podías decir que el marido decidió "quitarse la vida". ¡Pero no podías decir "suicidio", porque es la palabra maldita! Las familias lo ocultan y nadie se atreve. Yo he vivido personalmente lo mismo conn la palabra "cáncer".

Ayer mismo 'Informe Semanal' de TVE puso en pantalla un magnífico reportaje sobre el suicidio en España, una tragedia comparable a los accidentes de coche o en el trabajo. Según las estadísticas, cada día en España se quitan la vida nueve personas. Es una realidad para afrontarla con valentía, sin eufemismos, quitándonos las máscaras. Hay que informrse y saber. No es malo leer el libro de Henri Roorda, 'Mi suicidio', o todo lo que ha dejado escrito Ramón Sampedro, que podría ser considerado como algo bastante parecido puesto que si por él hubiera sido se hubiera quitado la vida desde el principio.

Llegados a este punto, me gustaría dar mi punto de vista. Desde aquí, no quiero invitar a que la gente se mate. No. Bajo ningún concepto. Para mí, la vida merece ser vivida. Afrontar la soledad, que es uno de los motivos de suicidio más habituales, y saber disfrutar de esa soledad es un arte. Enfrentarte a los problemas ayuda mucho más que huir de ellos y salir por la puerta de atrás. Si te quedas tienes mucho que ganar. Si te vas, lo pierdes todo y los tuyos pierden también mccho. Hablé con la amiga de Jaén, cuya hermana se quitó la vida, y le dije que "la vida era una mierda". Ella me respondíó: "No. La vida es injusta". Y claro que es injusta pero soy un vitalista convencido y sé que cada día tiene su afán, su motivo para vivirlo. Un buen desayuno, ver a Pili pulular por la casa, derle un beso y una mirada cómplice, hablar con otras personas a las que quiero, un trabajo que me gusta, incluso este blog... De cada día puedo sacar algo y el suicida sigue siendo un cobarde. Para mí, por supuesto.

Dejo aquí algunos enlaces útiles:
- Ver vídeo 'Suicidios, la ley del silencio' en la web de 'Informe Semanal' de TVE.
- Ver blog 'Última carta', de Sergio González Ausina. Un miembro de sus familiares se suicidó.
- Ver blog de gente que se ha intentado suicidar. 'Project attempters'. Versiones en inglés y francés.
- Eugenio Sánchez Bravo hace aquí una crítica del libro 'Mi suicidio' de Henri Roorda.