En Baralla, en un pueblo de Galicia, hay un alcalde que se llama Manuel González Capón y que le dio por soltar en el último pleno municipal el pasado 26 de julio, que "quienes fueron condenados a muerte" durante el régimen de Franco "sería porque lo merecían". El edil ha pedido disculpas, pero esto es como cuando estás en el parvulario. La profesora nos ha mandado a todos hacer un dibujo y al lado Manolito me ha arrugado la hoja en blanco que tenía, y ahora me pide perdón y me medio plancha el folio, pero ya no puedo dibujar más, a menos que la señorita no me dé otro papel en blanco.
Muy bien, te has disculpado, pero ahora me has hecho daño y yo no sé si perdonarte por los crímenes que tus padres y tus abuelos hicieron a los míos. En Alemania, González Capón estaría ya ante un juez y evidentemente ya no sería el alcalde de Baralla. Pero esto es España: Franco sigue enterrado y homenajeado en el Valle de los Caídos y aquí nadie ha pagado los platos rotos. González Capón es del PP, con lo cual su partido debería suspenderle de militancia, no dimite como alcalde y parece que no va a quitar de las actas del pleno esas lindezas. Hoy ha conseguido un pueblo dividido. En la última sesión plenaria unos le aplaudían con entusiasmo y otros mostraban retratos de muertos por el franquismo.
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