Seguro que los padres no les han dicho nada, los profesores tampoco y los amigos... quizá algo, como “lo vas a flipar”, que “esto es una vez y no engancha”. Con 13 años y con la ayuda de un chaval de 18 años. Y que suceda eso, interesa al sistema que controla. Cada vez más inculto, desde cada vez menor edad. ¿Qué valores puede tener un ni-ni? ¿Va a salir a la calle a reivindicar lo suyo? No va a ser un hombre o una mujer libre. Estará al servicio de una sociedad que le narcotizará en cuatro pasos: tabaco, alcohol, porros, cocaína-heroína-pastillas y lo que venga.
Y ahora a algún listillo se le ocurre que habría que multar a los padres. ¿A los padres? Por ahí no va la cosa. Si el modelo que se va a imponer es multar a los padres de aquél que más ingrese en el hospital con coma etílico, ya tenemos un problema más y no una solución. La solución es preventiva, siempre en la casa y a menudo en el colegio.
Chaval, la droga la has tomado tú. ¡Nadie te ha puesto una pistola en el pecho! El ambiente que está alrededor tuyo te condiciona, y quieres que sean tus amigos, y el que te ofrece la primera línea de coca suele ser tu mejor amigo... No te fíes de nadie, y ten una vida sana. Ligarás más y por lo tanto te lo pasarás mejor. Por cierto, no olvides los condones... ¡Cuántos peligros hay! Quizá nos tendríamos que quedar con la frase “sexo (seguro) sí, drogas no”.
Y ustedes señores políticos: ¿No podrían legalizar el uso de las drogas en su conjunto? ¿Qué es eso de cobrar altísimos impuestos por una botella de ginebra cuyo comercio es totalmente legal? ¿Estamos ante una especie de atracción por lo prohibido que bien podría ser eliminada si liberalizamos la venta de drogas? ¿Las drogas más tóxicas vendidas en las farmacias serían el fin de las grandes redes de narcotráfico? Señor político, ¿le conviene que los narcos desaparezcan?
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