Esta semana he visto amor y amistad en carne viva y muestras miserables de la condición humana. Es este mundo raro que vivimos hoy, cada vez más convulsionado, con más vías de información a la vez y al mismo tiempo más desorientado y desinformado. Con reacciones en las que yo sinceramente me siento solo y no sé ya a qué agarrarme. Antes de entrar en la consulta de mi oncólogo me he encontrado una familia que intentaba superar la recaída del cáncer de la madre, y la madre en medio, impotente, y el marido, que no le sabía ya qué decir, y los hijos igual... y yo me quise levantar y dirigirme a ellos y decirles que aquí hay dos opciones. Con el cáncer o te quedas en casa o sales a la calle y luchas por lo tuyo. Y todos llorando conmigo. ¡Y yo también, claro! He disfrutado mucho con mi hermana, con mis padres, con mi mujer, con mis amistades íntimas... Y al mismo tiempo he cubierto la noticia del presunto (joder con lo de presunto) homicidio de una madre a sus dos hijos de 11 y 3 años. Y hablé en directo con una señora que tuvo que dejar la entrevista por las lágrimas y la tristeza que le borraban las palabras, porque realmente no las hay. Ni blog, ni diarios, ni radio, ni tele, ni historias. Mi compañero cámara y yo aparecimos en el tanatorio y sólo vimos a un padre roto que nos amenazaba diciendo "¡a mí no me grabes!". Y nos increpó. Y hasta me pareció bien, porque pese a que estábamos haciendo nuestro trabajo no le dejábamos la precisa soledad para sumergirse en el dolor. Por cierto, en esas horas, a pocos kilómetros de tan truculento suceso, un hijo de 41 años le asestaba una puñalada mortal a su madre de 69. En este mundo raro...
Ya lo dicen Los Secretos en su nuevo disco: "Si preguntas las cosas sencillas, aprendí a responder. Y para aquellas preguntas prohibidas, ningún maestro encontré. En este mundo raro, que a veces se complica, y no tengo claro lo que significa". Da gusto oírlos y ver que están en plena forma, y sobre todo que aguantan en este mundo cada día más raro (ver vídeo clip de presentación).
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