miércoles, diciembre 01, 2010

EL ASESINO EN SERIE SABE LO QUE HACE Y NO TIENE REHABILITACIÓN POSIBLE

El caso del celador de Olot, que ha reconocido el asesinato de 11 personas mayores (ver noticia), nos recuerda un tema donde oscilamos entre el periodismo morboso y los misterios de la mente humana. ¿Dónde nos situamos? ¿En el "pobrecito, no sabe lo que hace" o en el "¡al paredón!"? Los extremos que he puesto ahora de ejemplo son evidentemente descartables, porque ni podemos tener compasión por un asesino ni podemos convertirnos en asesinos con la pena de muerte.

Sentemos algunas nociones básicas sobre el asesino en serie típico. Normalmente es un psicópata, o lo que es lo mismo padece un "trastorno antisocial de la personalidad", que está tipificado como trastorno mental, pero la mayoría de los psiquiatras que tratan estos trastornos no están de acuerdo en que los psicópatas deban ser llamados "trastornados mentales".

Es más, saben lo que hacen, saben distinguir entre lo que está bien y lo que está mal, pero sus valores son otros. Y lo más importante de todo: no están enajenados. Por lo tanto, con ellos no vale la figura jurídica de "enajenación mental", la excusa del "mire usted, señor juez, es que no sabía lo que hacía". Pero hay todavía más. Una vez descubiertos, no están arrepentidos de lo que han hecho, no tienen motivación alguna para cambiar su hábito de matar y, sobre todo, no tienen posibilidad de responder eficazmente a un tratamiento.

Joan Vila, el celador de Olot, sabía perfectamente lo que hacía. Él mismo lo ha confesado a los Mossos d'Esquadra. Quería detener el sufrimiento de los ancianos y ha calificado sus crímenes de actos "compasivos" porque "quería muchísimo" a los mayores que atendía. Fíjense si quería muertes rápidas que fue pasando, según el caso, de los barbitúricos a los líquidos corrosivos, según ha recocido el abogado de este sujeto.

Estamos ante un individuo que pasa a entrar directamente en el 'top 4' de la siniestra lista de asesinos en serie en España, después de 'el arropiero', 'el mataviejas' y 'el mendigo asesino' (ver noticia). Especial atención merece Manuel Delgado Villegas 'el arropiero', que confesó el asesinato de 48 personas.

Para que os hagáis a la idea de la dimensión de este individuo os recomiendo el documental 'El arropiero' de Carles Balagué (ver algunas secuencias) o que prestéis atención a los tres minutos que el Telediario le dedicó al mayor de los asesinos, con declaraciones exclusivas incluídas. Tremendo. La vida del arropiero acabó en 1998 en la Clinica Mental de Santa Coloma de Gramenet. Murió de viejo. Los jueces no sabían qué hacer con él y le encerraron en un manicomio de los de antes... pero almenos murió sin libertad.

En mi opinión, eso es lo que se debe hacer con gentuza como esa. A la cárcel, y para toda la vida. Cadena perpetua, así de claro. No existe en España, pero se deberían hacer todas las reformas legales posibles para que los jueces tuvieran los posibilidad de meter entre rejas a Joan Vila hasta el final de sus días.

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